miércoles, 22 de octubre de 2008

Buenos Aires.

Este post va dedicado a todos los giles que odian la ciudad.


Buenos Aires está conmigo desde que tengo memoria. Empecé de muy chico a conocer la ciudad, aunque sea de Mercedes, mi vida está en Capital. Empecé el jardín de infantes acá, hice preescolar, hice los primeros años de colegio. Cuando tuve edad suficiente para viajar solo, venia cada tanto a visitar, a andar por acá. Y ahora, siendo un boludo de 22 años, me vine a estudiar.

Esta es una ciudad muy rara, pasan cosas muy locas, como andar caminando por Santa Fe y encontrar gente conocida, pasar por un quiosco a las 3 de la mañana y que te vendan un pancho, o pedir una pizza en un café a eso de las 5 de la mañana. Esta ciudad no duerme.

Amo a Buenos Aires, pero también amo a Mercedes. Que no te conozca nadie, ir por la calle mirando todo, mirando para arriba, mirando la gente y que nadie te reproche nada por la calle. Que no te griten, que no te recuerden de que colegio sos, de dónde venís ni nada por el estilo.

Eso es lo que amo de la ciudad, la gran impersonalidad que uno adquiere cuando pasea por Lavalle, por Florida, o por las librerías de Corrientes. No ser nadie para el resto del mundo, sabiendo lo que es uno. No ser nadie y ser alguien al mismo tiempo, es raro lo que siento cuando voy por 9 de Julio a la noche, las luces, el obelisco, los autos, Avenida de Mayo, el Congreso, los edificios de hace 100 años, la linea A de subte...

En fin, vivir acá es muy raro, muchas cosas pasan en Buenos Aires, y si Dios existiera... Definitivamente las oficinas las tendría en 9 de Julio y Corrientes.